martes, 25 de febrero de 2014

Somos lo que creemos


Tiempos complejos para mi amada Venezuela, en los que no puedo dejar escapar algunas reflexiones. Por eso, esta vez he decidido hacer una parada y escribir acerca de mi país, con la intención de aportar a través de mis líneas, e intentar despertar el sentido de pertenencia y la identidad por una tierra maravillosa.

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A finales del año pasado tuve la dicha de hacer una pequeña pero inolvidable expedición en la cima del Auyantepui. Belleza natural nunca antes vista, colores inexplicables y arena de un color único producto de la erosión que por miles de años, ha marcado la pauta de la transformación de uno de los lugares más hermosos del planeta. El silencio sobre el tepuy, pareciera llevarte al límite perfecto para la reflexión y el agradecimiento. La vegetación en ese sitio mágico, se convierte en una máquina del tiempo, que te hace pensar en tu origen, en la nostalgia por aquellos elementos que nos traen hasta lo que somos y que producto del proceso adaptativo, se han quedado en el tiempo, pero que en esencia, forman parte de nuestra evolución.
 
 
 
Cada paso en el Auyantepui era una conexión con lo desconocido, pero que al mismo tiempo me conectaba con el amor por un país que merece más de lo que le estamos dando.
 
Luego de bajar del tepuy, en una caminata hacia el salto "El Sapo", nos cruzamos con algunos turistas italianos que describían con mucho asombro lo que habían visto en la zona, y comentaban el bonito recuerdo que se llevaban a su país. Mientras les escuchaba, me sentía aun más orgulloso de mi tierra y de sus regalos naturales, al mismo tiempo que sentía aun más compromiso, pensando en que los turistas se llevaban algo temporal para el recuerdo, pero yo me quedaba para seguir dándole lo mejor a mi país.
 
Tenemos todo, playas hermosas, bellezas naturales como el Salto Ángel, riqueza mineral, montañas espectaculares, gente trabajadora, mujeres hermosas, hombres valientes llenos de historia, gente inteligente, capaz de liderar en las mejores empresas del mundo y el legado de varias generaciones que nos dejaron el tesoro de la libertad, así como talentosos artistas plásticos y musicales, que marcaron hitos en la cultura latinoamericana.


 
Lo insólito es ver como hoy, en vez de unirnos para lograr la prosperidad colectiva, corremos detrás de las miserias de la política, el poder y el dinero,  y poco a poco nos vamos acostumbrando a pelear por ideales absurdos que en vez de promover la vida, utilizan el exterminio como medio para fortalecer las bases de lo que mañana podrían ser las ruinas de nuestro futuro.

Lo tenemos todo, pero realmente agradecemos poco.

La anarquía y la impunidad, marcan la pauta como elementos que erosionan (como en la cima del auyantepui) nuestra transformación hacia un futuro que demanda de nuestra tolerancia, convicción e integración, como elementos que sirvan para darle impulso a una nueva manera de lograr el bienestar que merecemos.

En contraposición a las bellezas de nuestra tierra, los colores de moda visten a nuestras ciudades para caracterizar según la ocasión, a los bandos que en nombre de la libertad y vestidos de rojo, amarillo, azul, blanco o negro, cada día marcan a nuestro país con una tendencia diferente, que a su vez determina el grado de ceguera e intolerancia hacia las necesidades del otro, o desconociendo la realidad del otro. Es como si olvidáramos nuestro rol socialmente responsable y nos quedáramos en la eterna culpa del otro para reprochar nuestras propias ineficiencias y actitudes.
 
Merecemos más.


Merecemos vestirnos de un color único que tal vez como la esencia del color vinotinto, sirva para caracterizar al venezolano trabajador, ese que quiere un país diferente, lleno de prosperidad, de ilusión, de desarrollo, de gente honesta que esté dispuesta a usar su talento para crear una sociedad cada vez más preparada para afrontar los retos globales, y con la actitud que facilite la convivencia, el respeto y el amor por el otro.

Es nuestro deber devolverle a Venezuela a través de nuestro trabajo y visión futurista, el valor de haber nacido en su tierra. Estamos obligados a incluir en nuestra narrativa, la luz de la verdad para acabar con la sombra de lo individual, y cambiar nuestra manera de pensar y actuar para avanzar hacia un cambio realmente profundo y sostenible en el tiempo para nuestros hijos y nietos.
 
Debemos dejar a un lado la absurda idea del pensamiento "Caribe", de ser mas vivo que el otro, de querer ganar siempre al costo que sea, de saltarme la cola, de usar el hombrillo como canal rápido, de usar las aceras para las motocicletas y la calle como estacionamiento. Curarnos el daltonismo mediocre que nos hace confundir el color rojo del semáforo como luz verde para acelerar, o la luz de cruce como símbolo para no dejar pasar al otro.
 
 
Y podremos cambiar a los líderes que sean, pero el país no cambiará, si no comenzamos por liderarnos a nosotros mismos. Modelando con el ejemplo y siendo coherentes entre lo que exigimos y lo que hacemos. Dejando la apatía cuando se presentan las oportunidades electorales y abandonando la zona de confort de los mediocres que prefieren viajar, quedarse en sus casas o salir a pasear cuando se presentan las oportunidades para opinar a través del voto.
 
"...no es tiempo de recular, ni de vivir de leyendas..."
 
Para muestra, solo escribe la palabra Venezuela en la red social YouTube y observa lo que el mundo esta viendo de nosotros. Imagínate ahora a nuestros niños haciendo lo mismo, escribiendo el nombre de su país en YouTube, y piensa lo que verá. Pensemos por un momento en el legado que le estamos dejando a las nuevas generaciones. 
 
Es tiempo de escribir una nueva historia, es tiempo de hacer sentir nuestra identidad y orgullo. Es tiempo que en los buscadores digitales, volvamos a tener como primera noticia, videos como este:
 
Venezuela, o este video Venezuela, o este video Venezuela, o este video Venezuela
 
Vamos, es posible una Venezuela diferente. Es hora de rescatar nuestra identidad. Es hora de vivir unidos y en libertad.
 
Lo mejor, es lo que viene!!!
 

 
 
 
 

 
      
 
 

1 comentario:

  1. Excelente reflexión, motivadora e imposible de terminar de leer sin una lágrima asomándose, ya que el sentir venezolano es algo que siempre está a flor de piel, y el sueño de tener una Venezuela como la que conocimos de pequeños... unida, con sueños y capaz de brindarte todo lo necesario para soñar en grande y planear toda tu vida en ella... está más vigente que nunca.
    Importante que cada uno de nosotros comience a dar el ejemplo esperando verlo replicado en los que nos rodean.

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